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Palacio Nacional de la Cultura

Historia:

Durante el mandato del general Jorge Ubico se inició la construcción del Palacio Nacional, obra que fue concluida dentro del período presidencial de dicho mandatario. Se comenzó a construir en enero de 1939 y se concluyó el 10 de noviembre de 1943, inaugurándose ese día, fecha del cumpleaños del General Jorge Ubico.

Entre los guatemaltecos que participaron en esta obra están: Rodolfo Galeotti Torres, Roberto González Goyri, Nicolás Espósito, Guillermo Grajeda Mena, Alfredo Gálvez Suárez, Carlos Rigalt Anguiano y Julio Urruela Vásquez, entre otros.

El Palacio Nacional fue diseñado por Rafael Pérez de León y Enrique Rivera, siguiendo las instrucciones del entonces presidente Jorge Ubico. La inspiración del edificio estuvo basada en el palacio de los condes de Monterrey, Salamanca, España, construido en el siglo XVI.

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Imagen vía: Siglo21

En cuanto al estilo arquitectónico del Palacio Nacional, algunos expertos aseguran que su estilo pertenece al “Barroco Español”, y otros lo sitúan como “Renacimiento Español”, pero por su diseño original se ha preferido definirlo como “Renacimiento Hispano-Guatemalteco”. Su estilo es una mezcla de arquitectura colonial guatemalteca con influencia neoclásica y francesa.

Durante mucho tiempo fue la sede del gobierno central, y es sin duda una de las grandes obras de la arquitectura guatemalteca, abarca un área de 8,890 metros cuadrados y es de concreto armado y ladrillo revestido de piedra artificial color verde.

Aunque se construyó originalmente con la idea de albergar al Gobierno de la República, actualmente el Palacio Nacional (de la Cultura) es un museo plagado de historias y de obras de arte de los mejores artistas chapines de la época del 40, dentro de los que encontramos murales de Alfredo Gálvez Suárez que son una completa reseña de la historia de la Guatemala Prehispánica hasta la independencia, iluminados por la luz que penetra los vitrales elaborados por el maestro Julio Urruela Vásquez y otros grandes artistas como Guillermo Grajeda Mena, Dagoberto Vázquez, Roberto González Goyri y esculturas de Rodolfo Galeotti Torres y Carlos Rigalt.

Descripción:

Durante más de 200 años el centro de la vida política, económica y social de la ciudad de Guatemala estuvo en el viejo casco urbano, cuyo corazón geográfico y simbólico fue, durante la segunda mitad del siglo XX, el Palacio Nacional. Cuando el visitante llega al Palacio debe pasar frente a la Plaza Mayor. Frente a ella destaca el edificio de piedra verde, adyacente al conjunto catedralicio. Al aproximarse a la entrada del palacio, grandes y gruesas columnas flanquean las escaleras de acceso, la luz se interrumpe por la galería y una penumbra prepara al visitante para ingresar a la sede del poder, como lo concebía el gobernante Jorge Ubico.

Pesadas puertas de hierro forjado se abren lentamente, el piso brilla, la luz es tenue y la ancha escalera, con pasamanos de piedra y balustres (pequeñas columnas que forman una baranda) de bronce, conduce a los visitantes.

En el segundo nivel se encuentran los salones de representación y galerías de exposiciones. Durante la visita se pueden recorrer los corredores de este amplio edificio que bordean los patios y dan acceso a los 350 salones que componen el Palacio. Galería de exposiciones.

Imagen vía: MCD

Ubico admiraba las construcciones realizadas en el período hispánico, sobre todo en la ciudad de Antigua Guatemala, por eso se repitieron varios diseños en el Palacio. Las jardineras de los patios fueron decoradas con azulejos, como la fuente del Convento de Santa Clara. Las fuentes, que animan peces están decoradas con animales marinos y azulejos hechos en mayólica (técnica de vidriado de cerámica, para darle un carácter impermeable y decorativo). Los techos fueron pintados con motivos geométricos y florales, mientras que el del Salón de Banquetes fue trabajado con taracea de caoba y oro. Todos esos recursos eran mudéjares, un estilo artístico que los españoles heredaron de los musulmanes y que se utilizó mucho en Antigua.

Otros elementos fueron tomados de la arquitectura antigüeña. Por ejemplo, en la decoración de los patios se utilizó la pilastra abalaustrada serliana que había sido un recurso del arquitecto Diego de Porres en el siglo XVIII.

Patio:

Imagen vía: MCD

El Palacio cuenta con dos patios principales, ambos son iguales. En ellos se realizaban actividades formales que podían celebrarse al aire libre o a los que eran invitadas muchas personas, por ejemplo la firma de la paz entre el gobierno y los guerrilleros, en 1996. El número cinco se repite en los vanos de los arcos, el número favorito de Jorge Ubico, porque era la cantidad de letras de su nombre y apellido. Los dos primeros niveles cuentan con arcadas, mientras que el piso superior tiene columnas, diseñadas como una síntesis de las columnas utilizadas en el período hispánico: son tritóstilas, que enfatizan el tercio inferior de la columna, los dos tercios superiores están estriados y los capiteles recuerdan los del orden jónico. Es en estos patios donde Rafael Pérez de León incluyó las pilastras abalaustradas serlianas, como elemento decorativo en el primer nivel, con lo que simboliza la creatividad antigüeña como fundamento del desarrollo artístico guatemalteco en el siglo XX, ya que están en el primer piso. Allí colocó, también, las jardineras decoradas con mayólica, de inspiración mudéjar y que se producía en La Antigua en el período hispánico, y que permiten que el espacio se anime con plantas ornamentales y se utilice al máximo para las actividades. Las esquinas del edificio están destacadas por torres, con carácter decorativo y funcional, ya que desde ellas se protege la seguridad del edificio. Su aspecto cobra armonía con el resto de la construcción y se vislumbra desde los corredores del tercer nivel.

 

Salon de Recepciones:

El Salón de Banquetes se decoró con una cornisa curvilínea, similar a la que tiene la iglesia de El Carmen de Antigua. Y, en el Salón de Recepciones, se aplicó decoración de inspiración barroca en la yesería, sobre todo en la cúpula. También fueron incorporados elementos de su propia época, como los elevadores, pisos de cemento líquido e iluminación indirecta y tenue. En los detalles se aplicaron motivos nacionalistas, como quetzales en algunas lámparas, sobre todo en la del Salón de Recepciones, que pesa dos toneladas y media, y en la que Galeotti colocó cuatro quetzales de bronce que miran a los puntos cardinales. En ese mismo salón se colocaron dos palcos, uno al norte para una orquesta y otro al sur, para la marimba. La motivación fue exaltar las tradiciones del país, como dijo uno de sus constructores Rafael Pérez de León, en 1943: “En Antigua está nuestra inspiración para obras monumentales”, por lo que el Palacio intentó ser una síntesis del arte guatemalteco.

Imagen vía: MCD

El Salón de Recepciones está iluminado por una lámpara que pesa dos toneladas y media, que luce en su parte superior cuatro quetzales, cada uno señalando uno de los puntos cardinales, instalados por Rodolfo Galeotti Torres. Para darle un color verde a todos los muros, sin recurrir a la pintura, se utilizó cemento mezclado con sulfato de cobre. Sus dimensiones son de 127 por 70 por 30 metros. Por su color verde, la gente lo llamó cariñosamente el guacamolón, aludiendo al platillo que se realiza con aguacate, el guacamol.

Imagen vía: MCD

Las tribunas del Salón de Recepciones, diseñadas para dar amenidad musical al ambiente, se convirtieron en pretextos para incorporar elementos decorativos de inspiración barroca, como la decoración de los balcones, en salientes, las balaustradas y el uso de la penumbra interna.

Las barandas del tercer nivel están diseñadas para que la guardia que tenía el honor de proteger a los ministros y al presidente se mantuviera erguida sin interferir el paso de los oficinistas y visitantes y, además, pudieran observar cualquier anomalía en las actividades cotidianas.

Detalles:

Se cuidaron en la decoración del Palacio, como las chapas, diseñadas exclusivamente para el edificio, con motivos nacionalistas, como el Escudo, y también el trabajo de ebanistería. Estas son las puertas de una oficina del tercer nivel. Los patios internos, indispensables para la iluminación y ventilación de algunas oficinas fueron resueltos con elementos decorativos visibles solamente en la planta baja, donde se instalaron fuentes y plantas ornamentales. En las fuentes se utilizó la mayólica para destacar la posibilidad de belleza de esos espacios pequeños.

Imagen vía: MCD

Fuente: miblogchapin

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